Un jeque árabe, cuyo nombre no reproducimos por ser propenso a nuestro olvido, decidió invertir una parte de su inmensa fortuna personal en pedir a Dodge una réplica de un modelo de los años cincuenta, el Power Wagon. Esta réplica, a diferencia de las normales, tenía que ser… monstruosa. El resultado, un coche 64 veces más grande que el original de mediados del siglo pasado, siendo su interior más cercano a un hogar (cuarto de baño incluido) que a un vehículo. Caprichos de ricos del mundo.
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